viernes, 29 de noviembre de 2019

El arte de la música

"Lo mejor que se puede hacer en los colegios es inculcar el amor por la música clásica de la manera más desordenada posible"


Primero pregunté y luego pensé. La pregunta, como siempre, fue: ¿te gustaría participar en las Entrevistas Masculinas de "El Arte de"?
La reflexión, cuando dijo "sí": ¿y qué hago yo ahora con este "chico" tan talentoso si mis conocimientos son muy básicos? ¿Le ocurrirá a los lectores como a mí y se perderán con la más mínima referencia o explicación?
La primera cuestión se ha solventado gracias a la inestimable ayuda de Esaúl R. Las preguntas inteligentes son obra suya. Le agradezco sus desvelos y su paciencia para que todo saliera bien.
La segunda la ha resuelto el propio entrevistado. Dejen los prejuicios a un lado y lean con atención cada respuesta porque Camacho no nos está hablando solo de música, nos está dando muchas claves para la vida en un tono divertido y culto.

Jesús Javier Camacho Corredera (Sevilla, 1983) se formó en el Conservatorio Superior de Música "Manuel Castillo" de Sevilla. Posteriormente completó sus estudios en París y ha impartido clase en los conservatorios superiores de Sevilla y Jaén.
Si leen algunas de las reseñas de sus conciertos el adjetivo que más se repite es "virtuoso".

Creo que la ocasión merece abrir una botella de Bollinger, el preferido por James Bond.
La música hoy, claro está, la pone él.



                    



Iba a empezar por el principio, por tu vocación y tu trayectoria hasta llegar -tan joven- donde estás, pero no me resisto a contarte que estuve hablando con un antiguo compañero de colegio que es profesor de violín en el conservatorio y cuando le comenté que te iba a entrevistar me dijo: Pregúntale si Bach o Beethoven y con eso ya le tienes entretenido toda la entrevista.
¿Y por qué no Mozart? Siempre lo he pensado: todos conocen a Mozart como el genio por excelencia, pero no sé qué ocurre en los conservatorios. Se le valora, nadie lo niega, pero los referentes son Bach y Beethoven. Y eso que su repertorio es absolutamente genial, extensísimo e imprescindible.

Supongo que es debido a que los herederos del romanticismo beben de Beethoven y los de la Segunda Escuela de Viena de Bach. También habrán ayudado Hans Von Bülow, Glenn Gould, Harnoncourt…  y una visión excesivamente evolucionista y analítica de la música. Aunque bajo esta visión hay también argumentos para defender a Mozart.
En fin. Esto es como el famoso Wagner sí o Wagner no. Yo me quedo con todos.


Ahora sí, háblanos de cómo nació tu afición, cómo decidiste seguir la carrera profesional y ya de paso, si quieres, cuáles son los pasos académico que sigue un músico. Todos conocemos, por ejemplo, cómo se forma un médico, pero no vuestro caso.

Vengo de una familia de músicos. Con seis o siete años mi madre me enseñó a interpretar parte de la famosa Toccata y Fuga en Re menor de Bach y vio que la aprendí muy rápido. También tocaba de oído alguna piececita fácil, incluso vuelto del revés, un juego que vi en la película Amadeus, así que me apuntaron al conservatorio para que estudiase piano.

El proceso fue el común: cuatro años de grado elemental, seis de medio, y los últimos cuatro de superior, cuyo título es equivalente a una carrera. Después fui a estudiar a Paris y me saqué las oposiciones de piano. He dado muchos conciertos y he estado trabajando en varios conservatorios profesionales y en los superiores de Jaén y Sevilla. También me saqué un par de másteres, e hice la carrera de composición y la de dirección.

Suelo introducir una pregunta sobre educación y en esta entrevista me interesa especialmente. Mucha gente de mi generación hicimos algunos cursos en el conservatorio. Imagino que a día de hoy, la manera de enseñar dista mucho de tener que estudiarte el denso librito de Zamacois de teoría y de no oler el piano hasta que llevas dos años de solfeo.
Hoy se empieza piano y lenguaje musical (solfeo) a la vez. La teoría es mucho más práctica. Por cierto, que aprovecho para hacer apología del solfeo. Si quieres aprender poesía, lo lógico es saber leer. No tiene ninguna lógica empeñarse en lo contrario y encima presumir. Lo mismo debe ocurrir con la música. Parece que la gente no tiene claro eso, y de aquellos polvos estos lodos en muchos alumnos con una base deficiente.


Casi a título personal, porque tengo una sobrina que lleva dos años asistiendo a clases -tiene 6- ¿el único criterio para insistir en que un niño aprenda un instrumento es “que le guste”? ¿Se sabe pronto si alguien tiene aptitudes y, en cualquier caso, cuánto pesa eso? Lo digo porque yo me arrepiento todos los días de haberlo dejado y hubiera preferido que me obligaran. Aunque en la adolescencia retomé y lo volví a dejar dos cursos después, así que se me acaban los responsables externos …

El niño debe estudiar porque es su obligación. Los padres decidirán qué formación ha de tener, y ya de mayores que hagan lo que quieran. Si eliminamos en ellos el sentido de la obligación, difícilmente aprenderán música.

Lógicamente un buen profesor reconoce de inmediato si el alumno tiene aptitudes, pero si no las tiene, se cultivan. Nadie renuncia a que su hijo sepa matemáticas porque le sea difícil. ¿Y para qué sirve la música si el niño no se va a dedicar profesionalmente a ello? Pues supongo que para lo mismo que a un ingeniero conocer a Lorca. El ser humano transciende su faceta profesional y hay cosas que son importantes aunque no ayuden a construir un puente. Intuyo que has leído El despertar de la señorita Prim. Aprovecha y regálaselo a los padres de tu sobrina (risas).

Aprovecha para hacer proselitismo…la cultura musical en España fatal, ¿no? Y supongo que la raíz del problema está en la poca atención que se le presta en el colegio. No sé si se sigue tocando “Susanita tiene un ratón” con la flauta de plástico amarilla…
Quizás sea algo cultural. Estuve viviendo en París y me contaron que no había grandes planes de estudio musicales en los colegios. Eso sí, los niños que se apuntaban a coros sabían leer partituras a cuatro voces.  Cuento dos anécdotas: allí fui a comprar en un Fnac un CD del Op. 25 de Schoenberg. Rara avis para el común de los mortales. Le pregunté al encargado y me dijo de memoria que tenían la versión de Pollini y la de Glenn Gould, pero que él prefería la de Pollini. En España me hubieran dicho que buscase por la S. Otra anécdota: le conté a un amigo que yo iba a ver la ópera El amor de las Tres Naranjas de Prokofiev. Pues no era músico y me la empezó a tararear.

Lo mejor que se puede hacer en los colegios es inculcar el amor por la música clásica de la manera más desordenada posible (risas). Es mucho más útil que lo de Susanita o que llevarse un mes hablando de instrumentos idiófonos y membranófonos.

El otro día, cuando ya habíamos acordado la entrevista, se emitió un programa de entretenimiento en el que juegan con preguntas de cultura general. Anoté exactamente lo que ocurrió porque no quería dejar de preguntarte por ello.
La cuestión era: ¿Cuál de los siguientes personajes dirigió la Ópera de Viena?
Y las opciones:
-Mahler  -Liszt -Schubert -Brahms -Debussy.

Bien, a mí no me parece mal (del todo) no saber la respuesta. Lo que me pareció escandaloso fueron los comentarios de los concursantes: “En su casa los conocerán” “Quita el amarillo que es el color corporativo de Correos y me da rabia” “Yo quitaría al Debasy”.
Esto no es un problema de inculcar el amor por la música clásica como dices…

Inculcar el amor por la música clásica no es evitar enseñar mientras se pone un CD de fondo y se dicen cosas como que la música ayuda a la paz o que es muy bonita porque relaja. Aún recuerdo que eso me lo dijo una señora después de oír a Kun-Woo Paík tocando el tercer concierto para piano de Prokofiev, cuando lo lógico es salir del teatro con taquicardia. Esos son los que se tatúan claves de sol y pronuncian Debasy. Enseñar el amor por la música es hablarles en profundidad de Brahms, de Schubert o de Liszt, y que los escuchen, los reconozcan, que comparen directores, opinen sobre las versiones…  Y por supuesto que escuchen en casa.

La enseñanza en el colegio es demasiado esquemática y peca de abarcar mucho y apretar poco. Quien pierde tiempo con lo prescindible se lo roba a lo imprescindible. Al final los estudiantes no saben nada. Por eso ironizaba con lo de enseñar de la manera más desordenada posible.

El piano es el instrumento rey de todo el repertorio clásico, ¿podrías decirnos qué compositores te han influido más o aquellos con los que tienes mayor afinidad y por qué?
Con lo de “instrumento rey” me vas a meter en un lío. A Itzhak Perlman eso le molesta muchísimo (risas). Desde muy pequeño me han gustado los compositores rusos del XX y cierta música contemporánea. Recuerdo que en mi primera comunión me regalaron la película Fantasía y escuchaba la Consagración de la Primavera una y otra vez. También tocaba piezas del compositor italiano Alfredo Casella y me encantaban. Eran muy distintas a las obras a las que estaba acostumbrado. Además tenían tanta energía… De la mano de ellos entras en Ligeti, y a partir de ahí suma y sigue.  


¿Qué nos puedes decir de los intérpretes actualmente en activo y del estilo interpretativo? ¿A cuáles destacarías? ¿Hay algún intérprete que te haya influido o marcado especialmente? ¿Ha habido algún intérprete del siglo XX que haya cambiado el rumbo de la historia de la interpretación?

Yo destacaría ahora a Giorgi Sokolov. Una personalidad única, y eso que todas las personalidades son únicas (risas). Con solo escucharlo sabes que es él, y eso es muy difícil. Podría citar a más, claro está, pero me daré el placer de limitarme a él.

En el siglo XX ha habido grandes pianistas, pero no me atrevo a señalar a nadie como ese Mesías. Quizás, en el preludio del siglo, Anton Rubinstein (no confundir con Arthur) pero creo que hubiésemos llegado al mismo punto sin él. Otra cosa es meternos en campos distintos al piano. Con Celibidache hubo un antes y un después en el arte de la dirección de orquesta, o con Rostropovich en el violonchelo. También podemos hablar de las interpretaciones historicistas y de Harnoncourt. Esto viene de atrás, no nos olvidemos de Fétis, pero aun así considero que su influencia ha sido muy grande.

¿Se puede hablar actualmente de varias escuelas interpretativas? En tal caso ¿cuáles serían estas, se pueden resumir brevemente para un aficionado?
No creo mucho en las escuelas interpretativas. Sokolov se molesta mucho cuando aluden a la escuela rusa. Yo prefiero hablar de árboles genealógicos de pianistas, como los suelen llamar. Backhaus decía algo así como “Czerny enseñó a Liszt, Liszt enseñó a Eugene d’Albert y Eugene d’Albert me enseñó a mí.” Frase para enmarcar. Yo también tengo los “genes” de Czerny, Liszt, Beethoven y Clementi (risas).

En todo caso, al final lo que cuenta es la interpretación personal. Si quieres te puedo hablar de la escuela rusa, húngara, francesa o italiana, pero no creo que responda mucho a la realidad.

El repertorio para piano es casi inabarcable, desde las obras para teclado de Froberger o Couperin hasta compositores vivos como Arvo Pärt, ¿cómo eliges o decides qué nuevas piezas incluir en tu repertorio? Creo que te gusta especialmente Mozart, Chopin (Por cierto; Chopin o Liszt?) y Prokofiev.

Te voy a decepcionar, pero mi proceso de selección es muy simple (risas). Lo que conozco y me gusta, lo toco. Sí intento que haya cierta coherencia y atractivo al seleccionar el repertorio de un concierto. También que no sea demasiado típico. No sé cuántas veces he oído el Carnaval de Schumann como segunda parte de un concierto.

Lo de Chopin o Liszt es como lo de Beethoven y Bach, pero aquí me mojaré: prefiero a Chopin. Tiene una elegancia y una profundidad inigualable. Además hizo sonar el piano con una sonoridad belcantística única, aunque le antecediesen Field y algunos románticos. Perdón por simplificar, pero Liszt es Chopin con fuegos artificiales. Un genio, me encanta su música, pero a veces es demasiado efectista o divaga mucho. Estas cosas solo las puede decir Brahms, lo sé, pero en fin (risas). En todo caso, explotó los límites de la armonía y abrió paso al impresionismo. Intelectuales como Brendel, Casella o Messiaen lo veneran.

Los meros aficionados que no sabemos de interpretación nos preguntamos en ocasiones hasta dónde llega la libertad del intérprete al abordar una obra, ¿cómo abordas una nueva pieza, desde un criterio racional y práctico o también entra en juego lo simbólico, el significado de la pieza?

La música tiene sus propias reglas. Hay cosas que funcionan y otras que no. Si una obra está bien escrita, lo racional y lo simbólico suelen llevar a un mismo sitio, aunque haya cintura. Leer, escuchar, analizar, y pararse a pensar siempre ayuda.

Antes creía que una obra solo podría ser interpretada de una manera, pero los grandes pianistas demostraban que no era así. Al final el arte performativo es un equilibrio entre la sorpresa y lo esperable. Si sabes jugar con esto puedes interpretar con originalidad. Te recomiendo ver en Youtube el Concierto para clave nº 1 de Bach tocado por Gould y dirigido por Bernstein. La tensión que crea casi al final del primer movimiento con un diminuendo extensísimo es genial. Lo ves una y otra vez y no te cansas. Muy pocos lo hacen así.

Ahora que mencionas a Gould, un lector (@lalbert75) quiere saber tu opinión : ¿genio o chiflado? No son excluyentes, pero ¿qué crees que prima en Glenn Gould?
Genio sin lugar a dudas, y además todos los grandes lo reconocen como tal. Por supuesto su personalidad ayuda a crear el mito. Te recomiendo su libro Escritos Críticos, de la editorial Turner, y sobre todo la parte "Glenn Gould entrevista a Glenn Gould sobre Glenn Gould" (risas). Aparte de su música, en vídeo tienes muchísimo material para conocerle o incluso divertirte. Teclea "Gould Monsaingeon", "so you want to write a fuge", "Glenn Gould animals"... supongo que tras esto vas a querer conocerle mejor. Y luego, ya en serio, escucha cualquier cosa suya. Imprescindibles las Variaciones Goldberg. Hay tres versiones: la de 1955, la de 1981 y la del festival de Salzburgo, pero yo prefiero la del 81.


Hay una tendencia reciente hacia las interpretaciones históricamente informadas (HIP) o historicistas ¿Han aportado algo realmente reseñable tanto al intérprete como al oyente o crees que hay mucho de pose y moda? ¿qué piensas de la interpretación historicista del repertorio del 1700 hasta la muerte de Beethoven? Todos los que os enfrentáis al repertorio de esa época con los instrumentos y criterios actuales tenéis ese dilema…

Yo no tengo el dilema. Hago simplemente lo que me gusta (risas). Tiene bastante sentido interpretar algo del modo en que fue pensado originalmente, pero la pregunta es: ¿no vale la pena tocar esa música de otra forma si el resultado es bueno? Para mi sí, aunque es cierto que saber cómo se interpretaba en su época ayuda a comprenderla.

Aún así, hay que evitar caer en el esnobismo. Tenemos grabados algunos conciertos de piano de Rachmaninov, Prokofiev o Shostakovich tocados por los propios compositores y nadie los interpreta como ellos. ¿Nadie señala la contradicción? ¿Por qué pasa esto? Simplemente hoy día se interpreta de otra forma. Seguro que si tuviésemos grabaciones de Bach tampoco lo haríamos igual.

La música del siglo XX es la gran desconocida, para mucha gente, incluso a aficionados a la música clásica más conocida de los siglos XVIII y XIX le cuesta mucho familiarizarse con ella, ¿Por qué crees que resulta tan difícil e impopular? ¿Cómo hay que acercarse a ella, es necesaria una actitud determinada, diferente a las de la música clásica más popular? ¿Podrías recomendar unas obras más básicas (y fáciles) para alguien que se quiera acercar al repertorio más contemporáneo y actual?
Si la vanguardia proclama con orgullo la muerte del arte, es previsible que el público se queje porque se hayan cargado el arte. ¿Qué esperaban?

Esto lo digo yo, que me gusta este estilo, que he compuesto, tocado y escuchado mucho, y que puedo contar con orgullo que Pierre Boulez me ha corregido algunas partituras. Pero entiendo los problemas.
La música es la combinación y ordenación de los sonidos. Es su lógica, que descubrimos consciente o inconscientemente, la que nos hace disfrutar. Pues esto es precisamente lo que en buena parte elimina la vanguardia. Difícil encontrar melodías o patrones rítimicos reconocibles. Eso sí, se salva porque los compositores buscan la coherencia en otros elementos… o no, como diría Rajoy (risas). Ahí está el azar y la indeterminación.

¿Qué recomiendo para iniciarse? Ver películas de Stanley Kubrick (risas). Ahí tenéis a Ligeti, Penderecki o Bartók con imagen en movimiento. Os sorprenderá encontrarle sentido a esta música. Ah, y también es bueno empezar por los neoclásicos.
Hay que ir con buena predisposición. Hace años vi una entrevista en la que Ligeti contó cómo se emocionaba con Kurtág. Lo dijo con sinceridad, prueba de que merece la pena, al menos para quien quiera. Al final todo consiste en saber que Xenakis no es Schubert. A la gente le gusta oír el crepitar del fuego y lo hace sin la frustración de querer encontrar una melodía. Hemos de asumir que estamos ante algo distinto.


¿Estás de acuerdo con el uso del término ‘música culta’? El director de orquesta Íñigo Pirfano se refiere a ella como “la gran música”. ¿Música clásica no es correcto? Acláranos un poco esto de la terminología.

Sobre lo confuso del término hablaba mucho Bernstein. Lo malo de la reflexión es que enseguida uno pasa a preguntarse qué es esta música ¿Es solo la sinfónica? ¿Y para piano solo? ¿Y el pop al piano? ¿Philip Glass es clásico? ¿Qué es lo culto? ¿La primera de las 24 Piezas para Niños de Kabalevsky lo es?
El clasicismo constituye solo una pequeña parte de la historia de la música, pero el término “música clásica” ha calado. La magia de la metonimia. Todo el mundo lo usa, y aunque sea inexacto, me gusta porque señala un referente. Tomamos a Stockhausen como homólogo a Mozart, pero John Lennon, por mucho talento que tenga, ya es aceptar barco como animal de compañía (risas).


Me parece haber leído que Stockhausen tenía un genio terrible; Karajan crispó a toda una Filarmónica de Berlín. ¿El ego de los músicos es particularmente difícil?

Hoy día los directores son mucho más educados. Antes se cometían excesos que ahora serían impensables. Toscanini, en un ensayo, les gritó a los músicos algo así como que ojalá se reencarnase en portero de burdel para prohibirles la entrada. Otto Klemperer también debía ser odioso, o George Szell… Pero también los había entrañables como Sir Thomas Beecham. Hoy, como mucho, te encuentras con ególatras tipo Barenboim, quien se esfuerza en aparentar lo contrario en público. Pierre Boulez, al que Alex Ross da muy mala fama, siempre tuvo un trato correctísimo conmigo. Quizás se ha malinterpretado la expresión “enfant terrible” y se han sobredimensionado algunos comentarios suyos.


¿Qué música actual escuchas? ¿Qué otros campos de interés tienes? Eres aficionado a la literatura y a la actualidad política…
Me limito a la música clásica. Conozco la música pop actual, claro está, pero también sé quién es Messi y no veo fútbol. No rechazo el pop: simplemente le doy su lugar.

También me gusta la literatura, la actualidad política, la historia, la pintura, el cine o la teología. En todo caso, solo atiendo a lo que quiero. No me leo cualquier libro o veo cualquier película. Me desespera perder el tiempo en algo que no me interesa.


Has citado un par de veces a lo largo de la entrevista a Nikolaus Harnoncourt, un director muy controvertido y uno de los padres del movimiento historicista, ¿puedes extenderte un poco en tu opinión de él? ¿ha sido tan trascendente para la dirección orquestal como algunos sostienen? ¿Qué grabación o grabaciones recomendarías para los que estén interesados en acercarse a su estilo
Yo creo que ha sido más trascendente como adalid del movimiento historicista que como director. En ese sentido, claro que ha marcado. Marcar para mí no significa que todos los directores usen instrumentos de época, sino que se van a acabar ciertos excesos completamente alejados de la concepción original de la obra. Como en política, se mueve la ventana Overton.

Recomiendo sobre todo Bach y Monteverdi. También hay muchas grabaciones en las que puedes ver a Harnoncourt hablando de música. Muy interesante


Vamos con la pregunta de las bodas. Mi cruzada es desterrar el canon de Pachelbel de la ceremonia, pero me parece mal no dar alternativas. En la boda de mi hermana me dejaron encargada de seleccionar la música y yo tuve la suerte de poder endosarle el marrón a Pirfano. Esta fue su recomendación: Mozart, Mozart y Mozart. El aria “Exsultate, Jubilate” KV 165, el “ Laudate Dominum” de las Vesperae solennes de Confessore KV 339 para el ofertorio, una soprano que se atreva con el “Et incarnatus est” de la Gran Misa en Do menor KV427… como consigna general que nunca falla, nada de Pachelbel, Albinoni o Enio Morricone.
Nihil Obstat?

Gran recomendación. Mozart es grandioso, solemne, litúrgico, perfecto para el canto… Lo primero es saber qué formación instrumental o vocal prefieres, y a partir de ahí seleccionas el repertorio. Si es cantado y escoges buenas voces, mejor que mejor. Y si hay órgano, que parece que últimamente está desterrado, también. Tantísimas iglesias españolas con joyas de órganos, y todos los músicos llevándose su piano electrónico… Hay que recuperar el motu proprio Tra le Sollecitudini de Pío X contra los instrumentos fragorosos (risas).

Mi consejo es que en las bodas te alíes con el señor Pachebel y el señor Albinioni contra John Lennon, Yiruma o Il Divo (risas).

Lo mismo pasa en el conservatorio. Lo siento por Beethoven, pero ya aborrezco Para Elisa. Punto para Bach. Eso sí, sé que es mi aliado contra Doraemon o Piratas del Caribe en los conservatorios elementales. Así está la cosa (risas).


Bueno, yo he contado alguna vez que para desmaquillarme por las noches y lavarme los dientes etc, me pongo el cuarto movimiento de la quinta de Beethoven. Porque a mí me sugiere épica, y me gusta acabar así el día, habiendo cumplido con una gran misión. Dame una alternativa para ir variando.

Me sale recomendarte el segundo movimiento de la sétima de Beethoven, aunque no tenga nada que ver (risas). Tienes que oírlo. Si quieres algo épico y además conocido, prueba con la Obertura 1812, el cuarto movimiento de la novena de Dvorak... o si no es antes de dormir, el tercer movimiento de la octava de Shostakovich, el primer movimiento de la sétima, el primer movimiento de la quinta de Mahler… Hay tantas.

Ah, y algo que me encanta: Ivan el Terrible de Prokofiev, la versión tipo cantata. El narrador declama en ruso cómo nació el zar, y tras el grito de "¡Zar Ivan Vasílievich el Terrible!" comienza la música... Hay muchas versiones y grabaciones, así que te tienes que asegurar que aparezca esa introducción. Genial.


Y ahora, te voy a pedir que te mojes un poco más. Dos fenómenos mediáticos, cada uno en su estilo: James Rhodes y Jaime Altozano.

Muy a favor de Altozano, y muy en contra de Rhodes.
Altozano es un muchacho que sabe de música y se nota. La explica muy bien y sin tecnicismos, y eso lo puede hacer porque la entiende. Acerca la música a todos. Se agradece gente así.

Rhodes es un pianista de tantos que prefiere ser conocido por su activismo, ya que por su música sería complicado. La salida del mediocre. Una estafa. Es como creer que la comida rápida puede ser alta cocina si denuncia el cambio climático. Seguro que los que van a sus conciertos dicen constantemente “plausible” y lo confunden con “posible” (risas).


Mil gracias, Jesús. Por tu tiempo, tu sabiduría y tu sentido del humor.  Una vez me dijiste que cada vez más adultos retomaban los estudios de piano. Te libras de mí porque estamos lejos :)