domingo, 15 de marzo de 2020

El arte de la Aviación (I)

"Desde el minuto en que alzas el vuelo por primera vez, asumes la muerte como un riesgo consustancial al privilegio de volar"



El currículum de Carlos Borges (Madrid,1965) es inabarcable. Entró con 16 años en la Academia Genaral del Aire, en San Javier, y ha servido en el ALA12, en Torrejón de Ardoz, en el ALA 35, en Getafe, y ha sido instructor de vuelo en la AGA. También en misiones Open Skies para el Estado Mayor de la Defensa .

En la aviación comercial, ha volado con las compañías Spanair, Vietnam Airlines y actualmente es comandante en Qatar Airways.

Tras 18000 horas de vuelo, 10200 de ellas como comandante, me pareció impagable que nos contara su experiencia. Pero es que Carlos ha sido muy generoso y ha ido un poco más allá. No ha escatimado en tiempo y en honestidad y el resultado son reflexiones para leer una y otra vez.

Hemos decidido lanzar esta entrevista en dos partes porque hacer respuestas más escuetas hubiera sido desechar una oportunidad inestimable de acercar un mundo tan apasionante y desconocido a los lectores. Conozco a Carlos desde hace tiempo y aún así, después de esta entrevista, no volveré a mirar al cielo igual. Confío en que os ocurra lo mismo.




No tengo palabras para agradecerte que nos hayas abierto tus recuerdos, sentimientos y album fotográfico, comandante.




Cuando te conocí (hace 10 años) te hice una pregunta muy estúpida y todavía me acuerdo de tu respuesta literalmente. Te pregunté si eras piloto por los viajes y las azafatas.
Me contestaste que “querías ser piloto desde los 7 años”. Tu padre lo fue e imagino que eso tuvo mucho que ver en tu vocación. Háblanos de ella.



Diez años ya...!

La vocación de piloto, si es auténtica, suele ser muy temprana. Con dos años de edad ya hacía saltos en Junker 52 entre Canarias y el Sahara Español, donde mi padre estaba destinado como Comandante de Aviación. Algo debió hacer crack en mi cabeza en uno de esos cruces...

Con 7 años empezaba a mirar al cielo buscando no sabía bien el qué... y me fascinaba el ambiente de las bases aéreas. Con 12 mis ídolos no eran raperos o influencers de Instagram... ni siquiera los futbolistas del momento (bueno alguno que otro sí), sino más bien los ases de la Aviación como García Morato y Ruiz de Alda en España, o los míticos Hans Rudel que seguía volando después de derribado y cojo ("Yo, Piloto de Stuka"), El Barón Rojo (el de verdad, no el grupo de rock de barrio), Immelman (que inventó una maniobra consistente en medio looping seguido de medio tonel en la parte alta, y que yo mismo practicaría y enseñaría en la Academia años después)... pero también Charles Lindbergh, o Saint-Exupéry con su "Correo del Sur" o su "Vuelo Nocturno"; más que "El Principito", que no deja de ser una novela más lírica, llena de alegorías y moralejas vitales, que yo entonces no alcanzaba a entender. Lo mío era leer cómo se sentían aquellos pilotos a los mandos de sus aparatos, las más veces nobles, las menos traicioneros...pero siempre apasionantes.

Hubo un libro que me marcó: "En tiempos del mosquetón". No es especialmente conocido, pero narra los primeros vuelos sobre territorio enemigo en la IGM, donde no había armas a bordo y los pilotos adversarios, auténticos Caballeros del Aire, se saludaban cordialmente al cruzarse en vuelo...hasta que a uno de ellos le dio por subir un mosquetón a bordo y disparar al enemigo. A partir de ahí, llegar a los misiles Sidewinder o los Phoenix del F-14 capaces de batir varios objetivos a la vez a larga distancia, solo ha sido cuestión de tiempo, supervivencia, y evolución del poder destructivo de la imaginación. Pero la chispa fue un simple mosquetón.

Mi cabeza y mi espíritu seguían entrando en ebullición cada vez que oía rugir el motor de un avión. El tiempo se paraba y había que mirar compulsivamente al cielo, localizar la máquina, identificar el modelo (que por supuesto sabía de memoria)... y llenar los pulmones de aire en un suspiro de envidia muy poco sana: "Algún día llevaré uno de esos..."

¿Sabes?, aún sigo mirando al cielo al oír el ruido de un avión, también aquí en Doha desde donde te escribo, y recuerdo con una sonrisa a aquel niño que lo hacía hace ya décadas. Ese principito que se ha hecho mayor...

Creo que después de esto ya me puedo considerar un Aviador. Es un paso más allá de lo meramente profesional. Más que un simple piloto. Es una forma de vida. Es una pasión. Es algo sin lo que ya no podría vivir...o al menos no felizmente. A pesar de las miles de horas de vuelo, de los continentes recorridos, de los países visitados cuando no vividos, de los amaneceres y atardeceres a bordo, a veces más de uno en el mismo viaje....un Aviador nunca se cansa de volver al aire. Nada puede compararse al olor a keroseno en la puesta en marcha, la melodía de los pistones moviendo la hélice, el rugir del reactor, o el silbido del turbofan. La visión de los instrumentos de a bordo, la sombra de tu propio avión sobre las nubes... o el fuego de san Telmo en el cristal de tu carlinga. Eso es vida, amiga, rumbo al fin del mundo. Lo demás no importa.

Con 16 años ingresé en la Academia General del Aire (AGA) en San Javier. Un sueño. Solo 1 de cada 40 aspirantes lo conseguía. Sería cadete del Ejército del Aire dispuesto a darlo todo por conseguir mis alas y alcanzar un puesto digno en la 39 Promoción. Salí como Teniente piloto a los 21 años. Un pipiolo, sí, pero me comía el mundo a mis pies. Una vida por delante y un cielo por conquistar... 


Cadete




Jünger, Diario de guerra: ”Los aviadores parecen todos príncipes, porque en el Ejército del Aire no hay heridos, sólo vivos y muertos”. 

¿Uno decide cambiar de la aviación militar a la comercial cuando ya ha visto a demasiados compañeros caer?

Ernst Jünger describe toda la crudeza de la IGM desde los ojos de un joven soldado de 19 años; en aquella época, sin asientos eyectables, nadie sobrevivía a un accidente aéreo, por lo que su frase es muy apropiada...para aquel tiempo.

Hoy en día sí hay pilotos heridos, sobre todo con espaldas tronchadas por el efecto catapulta del asiento lanzable (llegas a soportar 12 veces tu propio peso)... aunque sigue siendo cierto que la inmensa mayoría de pilotos en accidentes o bien sobrevive sin daños, o fallece de forma fulminante. Es un hecho.

Déjame hacer una reflexión sobre el miedo a morir de un Aviador, porque es un concepto que de algún modo nos diferencia del resto:

Desde el minuto uno en que alzas el vuelo por primera vez, asumes la muerte como un riesgo consustancial al privilegio de volar, un tributo asociado al hecho de dominar un paisaje que se va haciendo más y más pequeño y de poder jugar con las tres dimensiones del espacio en un golpe de libertad y silencio ambos excitantes por igual. Es parte del juego. Los errores pueden ser fatales...pero ¿quién piensa en la muerte cuando estas cumpliendo tu sueño y la adrenalina fluye a borbotones en cada viraje, en cada tonel, en cada looping? 







Por todo ello tu propia muerte a los mandos de un avión no lo ves como algo tan horrible...hasta que ves caer a tus compañeros. La Aviación militar es muy arriesgada. La prioridad no es la seguridad en vuelo (dentro de un límite, obvio), ni el confort de un pasaje inexistente, ni siquiera la eficiencia económica. La prioridad es cumplir la misión para la que has sido entrenado, y en la que arriesgas tu vida para quizás salvar la de miles de compatriotas. Así que uno a uno vas viendo u oyendo compañeros estrellarse...la niebla, una baja cota, una pérdida aerodinámica en final, una interceptación que acaba en colisión, una barrena plana, un fallo de motor en despegue. Eres demasiado joven para llevar a hombros el féretro de diez de tus 94 compañeros de promoción. Sin saber siquiera lo que hay dentro. Eso sí te hace mella. Les conoces mejor que a tus hermanos. A cada uno de ellos. Nombre, apellidos, mote, y cinco años de convivencia y de compartirlo absolutamente todo como una piña 24 horas al día. Eran parte de ti.

Mueren con 24, 27, 30 años...como tú. No te lo puedes creer, lloras de rabia e impotencia..."si era un piloto buenísimo, algo debió fallar a bordo, ¿por qué no saltó? o quizás sí lo hizo y está vivo y va a aparecer en cualquier momento". Solo los años te enseñan a ver la parte romántica de esas muertes demasiado tempranas. En cada reunión de compañeros, en cada intercambio de anécdotas, en cada despegue...y desde luego en cada pasada de la Patrulla Águila en honor a nuestros caídos tras el toque de Oración, los tenemos presentes. Nosotros solemos decir aquello de:

LOS PILOTOS NUNCA MUEREN, SOLO VUELAN MÁS ALTO

Volviendo a tu pregunta, realmente no es el miedo a morir lo que me hace dar el salto a la aviación comercial. En absoluto.

En el ejército del Aire llega un momento en el que empiezas a volar mucho menos, y a hacer más labores de oficina, Estado Mayor, Logística, Instrucción, y otras funciones que aunque están relacionadas con la aviación, no implican volar regularmente. Apenas un reentrenamiento de una semana cada dos meses. Es lo que sabías que iba a ocurrir cuando ingresaste como cadete, y para lo que te preparas...pero cuando llega es difícil de asumir. Es un conflicto entre tu vocación militar y tu vocación aeronáutica. Ambas siguen siendo fuertes.

Pero después de 19 años volando y dando tumbos no me sentía a gusto con un horario fijo detrás de una mesa de despacho. Decidí lanzarme a la aventura. Y con 35 años entré en la compañía Spanair. 



Comandante en Spanair



Fue una época convulsa en lo aeronáutico. El atentado de las Torres Gemelas, el accidente de Barajas y luego el de Swiftair en Burkina Faso (excompañeros de Spanair), cierre de muchas compañías, e incertidumbre laboral.

Pero superamos el bache, y si algo aprendes volando es que por muchas turbulencias que haya, por mucho que se prolonguen la noche y el frío...al final siempre amanece. Y amaneció. 

Había pasado los mejores años de mi vida en el ejército, liberando adrenalina a la velocidad del sonido, lanzando paracaidistas, haciendo tomas en sitios no preparados, o rascando el trasero al nivel del mar en misiones reales o de entrenamiento. Fantástico.

Pero tocaba otro tipo de experiencia, menos excitante, pero más propia de un aviador ya maduro: el poderío de llevar cientos de almas a tu cargo, inspirarles toda la confianza, levantar el vuelo con seguridad, gestionar todos los factores e incidencias en crucero, y depositarlos sanos y salvos a miles de millas náuticas de distancia. Ganarte su respeto, y el de tu tripulación. Cuantos más pasajeros y más millas, mejor sensación. Lo había conseguido de nuevo. Desde luego Dios me había bendecido.


ALA 12




Has estado en misiones de la ONU /OTAN de mantenimiento de paz durante el genocidio de Ruanda y en la guerra de los Balcanes en Bosnia. Has trabajado a 40 grados bajo cero en la Antártida -tu siempre dices que conoces los 6 continentes-. Indudablemente son experiencias extremas que de alguna manera deben haber ido conformando tu personalidad y tu forma de ver la vida.

...y en varios de ellos he vivido unos cuantos años de mi vida.

Cuando repaso un poco mi vida en ese sentido, pienso que soy muy afortunado por haber estado muchas veces en el sitio apropiado y en el momento adecuado...no es que haya sido especialmente audaz o más listo que nadie, sino que la vida me ha brindado esa oportunidad y yo la he sabido aprovechar bien. 

En Aviación solemos decir que hay que estar siempre en el andén de la estación, con la maleta lista en una mano, y el billete preparado en la otra...dispuesto a subirte al tren de un salto. Un tren que sólo pasa una vez, y que si vacilas en subirte a él por miedo, por falta de preparación, o simplemente por no querer salirte de tu zona de confort... posiblemente cuando vuelvas a las vías y lo veas alejarse con todos tus sueños dentro, lo vas a lamentar toda tu vida. Yo me subí a todos. El bagaje ahora es tremendo. 

Volar y viajar es como abrir un libro y meterte dentro de la trama que estás leyendo. Es ser el protagonista en la Historia Interminable. Pero tiene sus contrastes, buenos y malos.

El mundo es tremendamente diverso y colorido. Sobrevolar los témpanos de hielo azulado en la Antártida con sus pingüinos corriendo, o la montaña ocre del Ayers Rock en Australia, entrar en la jungla que invade los templos del Angkor Wat camboyano como en tu libro de la selva particular, dormir en la paz de la Bahía de Halong vietnamita, compartir una aurora boreal sobre Escandinavia, las playas blancas de aguas cristalinas en Maldivas, Zanzíbar o Seychelles, mezclarte con los guerreros masai en el Serengeti con el Kilimanjaro al fondo imponiendo su silencio, recorrer los Cayos de Florida en un Mustang del 65...no quiero alargarme, Espe. Solo quiero afirmar y destacar que nuestro mundo es un festival de sensaciones que te reconcilia de golpe con el Creador.

La Antártida merecería un blog aparte. Es un continente fascinante, y el más frío, el más apartado, el de mayor elevación media, el más deshabitado, el más silencioso, y desde luego el más sorprendente del planeta. Es un canal de contacto directo con Dios. O contigo mismo. Le he dedicado un par de artículos en revistas que te pasaré...te aseguro que no te dejarán indiferente.


Artículo firmado por el capitán Borges sobre la Antártida en la revista Aeronáutica y Astronáutica Páginas 66-71.



Antártida
Antártida twin


En cuanto a grandes ciudades, me sorprendió muy gratamente Praga, y más aún San Petesburgo, puesto que no me la esperaba así. Es un viaje en el tiempo al 1700, a ese gran momento en que el zar Pedro el Grande decidió fundar un lugar donde se concentraran el buen gusto y lo más granado de las Artes y las Letras. La mejor arquitectura, pinturas, esculturas y diseño de toda la Europa del XVIII y XIX se encuentra allí; no hay nada como pasear por la enorme avenida Nevsky hasta increíbles iglesias de bóvedas imposibles, palacios lujosos, entre bohemios, artesanos y artistas, bares y canales cruzados por puentes de piedra, el Hermitage (¡madre mía!), y por supuesto espacios para la música clásica donde el mismo Tchaikovsky eligió dar con sus huesos tras estrenar "Patética".

Esta es la parte fascinante de viajar, escapar y sumergirte en otros mundos donde a veces ni siquiera han oido hablar de Europa o de España...algo que al principio se te escapa, que ni te imaginabas. ¿Cómo es posible que no conozcan España? Te llegas a sentir un conquistador, el mismísimo Cabeza de Vaca pero en el Sudeste Asiático.

Aunque también forja tu carácter la cara oscura de la Humanidad. La crueldad de la guerra, la falta de escrúpulos de algunas sociedades, los campos de refugiados de Goma o Bukavu en la frontera del Zaire y Ruanda, donde he visto niños y jóvenes morir desesperados, las calles destrozadas de Mostar, la ciudad mártir de Vukovar, la pobreza en ciudades superpobladas de Bangladesh o Pakistán, la miseria de vivir en Sudán, la esclavitud de indios y nepalíes en las dictaduras del Golfo... ¿sabes que en ciudades como Deli o Bombai (me niego a decir Mumbai), hay millones de personas sin un lugar donde vivir, y por tanto lo hacen absolutamente TODO en la calle? (ahí te lo dejo).

Todas esas experiencias negativas también enriquecen, y te hacen valorar y mucho lo inmensamente afortunados que somos por ver cada día amanecer, comer 3 veces, tener acceso a agua potable, a una vivienda acondicionada con cama, a los estudios, a internet, o sencillamente por poder pasear por la calle sin miedo. Es que somos uno de cada 100 en el mundo. ¿Te das cuenta?? ¡Uno de 100!! Era muchísimo más fácil haber nacido filipino, indio o chino, y desde luego con una vida totalmente limitada, injusta y pobre....

Sí, definitivamente, para lo bueno y para lo peor, viajar y ampliar tu perspectiva del mundo te cambia el carácter, en general hacia una visión más objetiva y amable de la vida, más sosegada y más pendiente de saborear cada momento que de vivirla frenéticamente. No se trata de estirar la vida más para que quepa todo... sino de vivirla consciente de cada instante. Si una aeronave no sabe a qué aeropuerto debe dirigirse...ningún viento le resultará favorable, por mucho que se mueva en todos los sentidos.

También he de decirte que es fácil caer en un relativismo absurdo, en un buenísmo global del que huyo como de la peste, aquel que lo justifica todo en nombre de una falsa conciencia colectivista. No creo en el "Imagine all the people" de Lennon, es más, me parece patético y hasta pueril. El mundo es bastante más diverso, complicado y apasionante, por suerte. También me ha decepcionado descubrir que no todas las enfermedades mentales se curan viajando, ni siquiera el nacionalismo. Pero no quiero ensuciarte el blog hablando de eso. Pasamos a la siguiente.





También has sido instructor de vuelo e inspector experto en tratados de desarme (FACE, CTBT, Documento de Viena, Open Skies, Acuerdo de Dayton en Balcanes...) para el Estado Mayor de la Defensa. En el ejército, una de sus ordenanzas habla de “la íntima satisfacción del deber cumplido”. También se penalizan las negligencias. ¿No debería ser igual en política?

La experiencia como instructor de vuelo en la AGA no la pedí, de hecho fue un disgusto el tener que dejar el ALA 35 en plena efervescencia operativa para irme a dar clases de vuelo a los cadetes en San Javier...y sin embargo debo decir que aprendí mucho de mis alumnos, que me lo pasé en grande, y que la instrucción en vuelo me reportó grandes satisfacciones. Entre ellas, como tú dices, la "íntima satisfacción del deber cumplido". Es parte de una de las Reales Ordenanzas de las FAS, que viene a decirte que a pesar de las penalidades, a pesar de que nadie puede esperar nada del favor ni temer de la arbitrariedad, aunque no te esperes una medalla por un trabajo bien hecho...siempre te queda esa satisfacción de ir a dormir con el deber cumplido. Algo que no se lleva mucho hoy en día, una cultura del sacrificio que entronca directamente con los versos de Calderón de la Barca:

"...fama, honor y vida son, caudal de pobres soldados, que en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una...religión de hombres honrados."




Instructor en la AGA



Efectivamente, mi "vuelta a los despachos" en realidad no lo fue tanto, ya que pedí destino en la "Unidad de Verificación Española", dependiente del Estado Mayor de la Defensa, que aunque no era un Escuadrón de Combate del EA, sí tenía una cierta actividad a la hora de lidiar con los diversos tratados internacionales de desarme, en los que me especialicé. Conformábamos equipos de inspección de países de la OTAN y nos trasladábamos a los antiguos países del Pacto de Varsovia para verificar in situ el cumplimiento de dichos tratados. Fue una experiencia muy curiosa, en países entonces muy "raros" que jamás pensarías visitar por tu cuenta...pero también muy exigente y donde el juego diplomático no te permitía ningún error a pesar de las trampas que nos ponían los rusos, moldavos, o bielorrusos.

La negligencia tanto en vuelo como en suelo soviético, se pagan con la vida en el primer caso, o con un papelón internacional, explicaciones ante un panel de Generales y diplomáticos, y el incumplimiento de los fines del Tratado en el segundo caso. Incluso el arresto.




Vuelo Red Flag




En la política que yo conozco las normas son completamente diferentes. De entrada los requisitos para llegar a ser Ministro o Presidente del Gobierno no son muy exigentes. Las aptitudes de los personajes que han llevado las riendas de España durante los últimos 15 años son manifiestamente mejorables. ¿De verdad no había nadie más competente por ahí...?

Especialmente en el momento en que escribo esto, en plena crisis sanitaria pandémica, solo veo caos, ineficacia y falta de altura política. Salvo honrosas excepciones, como es obvio.

Por supuesto que sí. La negligencia, la ineptitud, el latrocinio, la corrupción, y el incumplimiento de promesas electorales, deberían estar severamente penados. Tal y como se le demandaría a cualquier otro servidor público con muchos menos privilegios. No es de recibo que se vayan de rositas tras enfrentar a los españoles y arruinar nuestro prestigio como Nación.





Cada 6 meses tenéis dos días de simulador en el que se practican todas las emergencias y circunstancias adversas posibles (fallos hidráulicos, de motor, de neumáticos, eléctricos…) Sin embargo, parece que la realidad supera siempre a la ficción. Por un lado es inevitable pensar en las Torres Gemelas pero también me estoy acordando ahora de Andreas Lubitz el copiloto alemán que estrelló un vuelo de Germanwings en los Alpes. ¿Qué caso, conocido o no, te ha impresionado a ti especialmente? ¿La capacidad de liderazgo se entrena o se nace con ella?

Desde luego el triste episodio de las torres Gemelas fue algo que pilló completamente por sorpresa al mundo...también el de la Aviación. Nunca pensamos que el secuestrador utilizaría el mismo avión como arma de destrucción. Eso cambió todos los protocolos de seguridad, y aún 20 años después seguimos sufriendo sus inconvenientes.

Bien traída la comparación con el suicidio del German Wings, puesto que significó que tras el blindaje de las puertas del cockpit por el 11-S, donde se impedía la entrada del "enemigo" desde la cabina de pasaje, de pronto el enemigo podía estar dentro mismo del puesto de pilotaje, y ese mismo blindaje ahora actuaba en contra de las vidas de todos. No pudimos parar al piloto suicida que contaba con un habitáculo inexpugnable.

Esto volvió a cambiar ciertos protocolos, como el no dejar nunca a un tripulante solo en cockpit (cuestión aún muy discutida). También cuestionó los procesos de selección de pilotos, y la detección de sus trastornos psicológicos, especialmente depresiones o esquizofrenias ocultos o sobrevenidos.

En efecto, los hechos que puedes encontrarte en la realidad supera muchas veces la más retorcida película de Tarantino. ¿Casos que me han impresionado? Desde luego la desaparición del Malaysian MH370 en donde absolutamente ninguna explicación tiene sentido. Todas las teorías fallan. Hay un buen reportaje del tema de Air Crash Investigation en Youtube. Sigue desconcertando a todo el planeta.

Hay muchísimos otros casos como el de los Jumbos chocando en Los Rodeos, el de Spanair en Barajas (conocía a toda la tripulación, despegué poco antes que ellos al mismo destino), secuestros, bombas a bordo, incendios, el 737 que se estrelló en el rio Potomac (Washington) por engelamiento, el derribo de otro B777 de Malaysian con misil desde tierra...hay cientos de casos documentados y de los que hay buena filmografía.




Comandante en Vietnam Airlines


Pero uno en particular me llamó la atención por lo dantesco de la situación. Tras una descompresión a bordo, los pilotos del Helios 522 camino de Praga no fueron lo suficientemente rápidos en identificar el fallo y ponerse las mascarillas de oxígeno, y perdieron el conocimiento. Sin embargo, las mascarillas cayeron automáticamente en la cabina, y los pasajeros se las pusieron rápidamente, salvándose así de la muerte por hipoxia. Pero el avión volaba sin control con todo el pasaje consciente de ello. Acabó estrellándose contra una montaña dos horas después. Todos fallecieron. No quiero imaginarme como transcurrieron esas dos horas. Vivos y conscientes, pero con los pilotos muertos.

¿Liderazgo? Es la clave para conseguir un buen trabajo en equipo cuando tienes una tripulación de 6, 12, 16 o incluso 20 miembros trabajando a tus órdenes. Recibimos muchos cursos sobre ello (los llaman Gestión de Recursos de Cabina, CRM), y los ponemos en práctica cada día. Podemos ver los resultados de cada estilo de liderazgo en la vida real, y es muy interesante. Al final, aunque puedas tener ciertas facilidades (o dificultades) de nacimiento para liderar un equipo, no hay nada como el "Airmanship" (la experiencia de miles de horas de vuelo), y la seguridad que desprende el aprenderse bien los libros, los procedimientos, los detalles técnicos, el saber aceptar consejos, y el tomar decisiones importantes a 8 Millas Náuticas por minuto. O 900 km/h. Muchas veces experimentas una visión de túnel o también un efecto sorpresa que te deja paralizado (startle effect) al oír una alarma a bordo. Seguimos un "DODAR" (Diagnosis, Options, Decision, Allocate tasks, Review), para evitarlo... pero a veces tienes realmente poco tiempo para tomar decisiones. Tu tripulación lo huele a distancia. Y tú lo sabes bien. Hay que ser metódicos y directos. El entrenamiento continuo en simulador es básico.







Continuaremos próximamente con la segunda parte de la entrevista. Mientras, Carlos sube a su canal de YouTube unos vídeos fantásticos que graba desde su A350. 
El enlace para suscribirse es :  https://www.youtube.com/channel/UCP_fzyzhX5dPDCUQZyBs7iA