sábado, 14 de diciembre de 2019

El arte de celebrar la Navidad







Cuando publiqué la primera entrevista de esta serie, a Juan Pérez de Guzmán, recibí muchísimos mensajes diciéndome que se les había hecho corta, que si podía hacer una segunda parte o que dónde podían seguirle. Las fechas en las que nos encontramos nos han parecido un buen momento para retomar el tono de aquella conversación y centrarla en los aspectos formales y sociales de la Navidad.
Esperamos que guste tanto como la anterior. Son independientes, quienes no hayan leído la primera pueden empezar por esta pero aventuro que van a quedar con ganas de más. Tienen suerte, les queda por leer de nuevas "El arte del dandismo".


Juan Pérez de Guzmán (Madrid, 1976) es licenciado en Derecho y máster en Comunicación y Moda. Aunque lo suyo es una gran experiencia vital, una vasta cultura, un gusto exquisito -con el que se nace- y un ojo clínico de gran precisión.














Disclaimer: las opiniones vertidas en esta entrevista son personales e intransferibles, no infalibles y en ningún caso se pretende corregir, esnobear o reprimir nada. Simplemente se quiere responder a una serie de cuestiones que, seguro, nos "atenazan" durante unas fechas que el Mercado ha vaciado de todo contenido trascendente. Así que, ante todo, animus iocandi... Humor, vamos.





Se dicen que en la noche de San Silvestre el diablo anda suelto. ¿La celebras?

Es una de las noches más horteras del año. Le dedico pocas solemnidades, incluso en lo alimentario. Es el día ideal para no salir de casa. Por supuesto, todo aquel que sigue los rituales gilipollescos que propone la televisión para tener la suerte de tu lado esa noche (por ejemplo, llevar algo rojo, poner oro en la copa del espumoso y etc.) es para despellejarlo lentamente. Mejor y más eficaz es rezar algo en familia y pedir a Dios por el año que empieza. No se trata de ser un puritano, si quieres celebrar, celebra, pero con normalidad y el oropel justo. Creo que somos un puñado de románticos los que todavía pensamos así.


Pues hay quien estrena smoking para la ocasión, ¿qué opinas?

Que es un cretinez. A no ser que estemos obligados a salir y cumplir con una invitación que nos exige el atuendo en cuestión. El problema del smoking (llamado dinner jacket en el país que lo inventó) es que lo carga el diablo. Es una de los atuendos que más fácilmente puede destruir reputaciones masculinas y con el que ir hecho un payaso creyendo ir elegante es muy fácil. Un traje perdona bastante más. Ciertas ocasiones, como algún sarao en Navidad, incitan a complicar una vestimenta que fue encargada a Henry Poole por Jorge V para simplificar la etiqueta masculina durante las cenas en Balmoral. Si el que inventó la prenda quería algo simple (dentro de los estándares de la época, claro), ¿qué haces tú con esos zapatos que deslumbran, esos pantalones escoceses, esa pajarita “de chicle” y ese cuello de camisa? Asumir que no eres un modelo de Dolce & Gabbana y hacerle un corte de manga a la fashion –sobre todo si es de masas- es uno de los primeros pasos para entrar en la vida elegante.










¿Cuál es el menú ideal para las fechas navideñas?

Pienso que lo propio sería un buen foie gras, un consomé, un capón o una pularda rellena y los dulces típicos de estas fechas como postre. Pero bueno, vengo de una familia cosmopolita-cosmopaleta, muy influida por la cocina internacional, capaz de discutir tres horas sobre el origen de un alimento, cómo se come y dónde se come la mejor versión. Asumo que mi enfoque sobre la cosa puede estar distorsionado. A principios de los 80, hacia el final de la Transición, veía a los adultos de mi casa cenar langosta thermidor y bavarois la noche del 24 de diciembre, todo hecho en casa y servido con guantes y chaquetilla blanca. Había ambiente de celebración, pero eso no es una cena de Navidad muy típica. Prefiero la carne de ave rellena y desconfío del marisco y el caviar. Sé que hay gente a la que le da por el cordero o el pescado y, francamente, si es tradición en su casa, me parece bien. Para mí, lo fundamental es que el menú sea especial sin que parezca que uno está cenando en la mesa del Marajah de Kapurtala o de un saudí cualquiera, pero con vino. Bueno, aunque los saudíes, cuando nadie les ve, pueden ser o no ser...


¿La manera correcta de llamarlo es foie o foie-gras?

En España el "fuagrás" se asocia a una merienda infantil y durante años me pareció extraño utilizar ese "palabro" para denominar este manjar típico de la Navidad. Y digo típico de estas fechas porque mi mujer, francesa, me puso cara de póker cuando lo elegimos como primero para la cena de nuestra boda, que fue a finales de verano. Pero coló. Es una especialidad del suroeste gabacho y ellos son muy puristas con estas cosas, como lo son con el pan, los quesos, la mantequilla, la repostería, el champán y todo lo que implica su terroir . Eso sí, luego le das un jamón de bellota a un chef conocido de allí y es capaz de masacrarlo utilizándolo para sofisticar un plato infantil, como son las coquillettes (leído en El Mundo hace no mucho tiempo). Bueno, a lo que íbamos, creo que es más correcto llamarlo foie gras. Unos consejos:
Hay diversas variedades en cuanto al animal, la calidad y su preparación: pato, oca, entier, bloc, mousse, mi-cuit... Lo ideal sería escoger pato y entier. No entro en el asunto de la cocción, es personal, ni de si uno lo quiere con trufa, sin trufa o con todas las chorradas que lo hacen todavía más oneroso de lo que ya es. No compres una marca conocida. Cómpralo a un pequeño productor francés o compra uno navarro.
Si eres un purista, lo deberías comer acompañado con un poco de pain d'épices y una copa de Sauternes. Lo ideal sería un Chateau d'Yquem, si te lo puedes permitir, claro. Yo no puedo, no me apetece hacer todavía más rico a Bernard Arnault (gran apoyo de Macron) y además no me gusta el vino dulce. Por otro lado, el sabor del pain d'épices es especial, así que no necesitas añadir chutneys o esas mermeladas (nunca lo he entendido) que, me da a mí, tiene bastante de anglosajón. La de higo podría estar permitida, pero habría que acompañar el foie gras con un pan de nueces, por ejemplo.
Y, por favor, no lo untes. JAMÁS. Es pecado. Casi más que ponerte pajarita o smoking. Coge una pequeña porción, colócala encima del pan y listo.


¿Y el alcohol? ¿Sidra, cava, champán?

Por influencia francesa, siempre he sido mucho de champán y llegué a tener curiosidad por sus distintas formas (el zéro dosage, por ejemplo). El problema es que el champán es al alcohol lo que el smoking a la vestimenta: algo muy traidor y que, de primeras, parece favorecer. Durante una celebración navideña de empresa, en una de las oficinas más bonitas de París, con vistas a la Place Vendôme y decorada por el Ralph Lauren francés, Jean-Michel Signoles, me tomé una botella de Krug casi en ayunas y yo, que soy más de Hendrix, Santana y Richie Kotzen, me acabé marcando unas pseudo sevillanas muy toreras con la atractiva "Madame" Signoles y Ricky Martin de fondo musical. Desde entonces apenas he vuelto a probar una gota. Eso sí, mi consejo habitual: no hagáis más rico todavía a Bernard Arnault. Evitad la Veuve Clicquot y si no podéis evitarlo, el clásico Moët está muy bien. Otras opciones podrían ser Perrier Jouët, me gustaría probar su versión Belle époque pero no quiero meterme en un préstamo al consumo; Bollinger, el preferido de James Bond; Taittinger, que desconozco si forma parte del grupo LVMH; o el mítico Laurent Perrier.


¿Te gustan los villancicos? Temo que estemos a punto de asociar el concepto “villancicos” a Mariah Carey vestida de Mamá Noël cantando All I want for Christmas is you.

Me gustan, sean españoles o franceses. Il est né le divin enfant es muy bonito, sobre todo después de una Misa solemne tradicional con quince monaguillos y donde un tipo a la entrada, vestido de guardia suizo de Luis XVI (con su porra y todo) hace de "acomodador", pero no tiene ese toque canalla y popular de los villancicos españoles.


Lo que no soporto son los cánticos navideños de crooner. Cada vez que oigo a Frank Sinatra cantar un Jingle Bells o así, me siento teletransportado a un centro comercial del extrarradio norte de Madrid. Es duro de aguantar.


¿Cómo se felicita en estas fechas?

Pues como se ha felicitado desde hace, fácil, siglo y medio: "Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo". Lo que toque en función de la fecha. Lo que no aguanto es la ordinariez laica de "¡Felices Fiestas!". ¿Qué fiestas? ¿El solsticio de invierno? Otra cosa que no soporto, y sobre la que otros han escrito mucho ya, es lo de complicar felicitaciones simples. Es mejor felicitar el Año Nuevo que desear buenas "entradas y salidas". Si pudiera, mandaría al paredón a aquel que me felicita "las fiestas" y me desea "felices entradas y salidas de Año".


¿Prefieres la Galette de Rois o el Roscón de Reyes?

Curiosa pregunta para una española. Es una polémica muy gabacha que está muy relacionada con la inmigración portuguesa que llegó a Francia durante los años 50 y 60. Trajeron el roscón al país vecino. Honestamente, me gustan los dos, pero como español me quedo con nuestro dulce de Reyes y al natural. Sin relleno. Allende los Pirineos, esto del roscón es una cosa de íberos. Ellos están muy contentos con su galette, que es mucho más grasa y cuyo contenido, la frangipane (una especie de pasta de almendras), no es del gusto de todo el mundo. Es una versión más “hojaldrada” y ligeramente rellena de nuestro roscón. He tenido debates duros con franceses sobre este asunto y, ni que decir tiene, me quedo con nuestro roscón.


Se ha perdido la costumbre pero a mí me encanta felicitar por correo postal. Te diré que cada vez cuesta más encontrar felicitaciones decentes … ¿cómo hacerlo correctamente?

Con una postal o “christmas” de simbología religiosa. Europa ha dado grandes pintores que han trabajado como nadie temas como la Adoración o la Natividad, ¡¿para que coño (con perdón) me envías una postal de UNICEF con una bola de árbol de Navidad y una guirnalda?!


Otra opción, en la que he caído también, es la de felicitar con una foto de familia. Pero bueno, ahora que estoy de vuelta en España no lo haré. Todo menos dar un duro a UNICEF...


¿Para un hombre, se puede acertar con un regalo navideño como unos calcetines, una colonia y una corbata o son compras de compromiso que irás a cambiar al día siguiente?

Se puede acertar totalmente con ese tipo de regalo. De hecho, si se quiere hacer algo especial del típico presente navideño masculino, estos serían mis consejos:
Puedes encontrar unos bonitos y buenos calcetines en www.meschaussettesrouges.com. Hay diversas calidades, múltiples colores y motivos y varias marcas italianas, como Bresciani o Gammarelli, que se ocupa de la Curia Romana. Si te quieres sentir como Alexander Kraft o un jerarca de la Iglesia, ése es tu sitio web. Además, llegan a casa dentro de una funda perfumada y una nota manuscrita. Nota que cambia en cada adquisición de calcetines... En un mundo donde todo quisqui te vende "experiencias de compra", de las que soy bastante agnóstico, tengo que reconocer que estos tíos casi me hacen creyente.
Hoy en día se pueden encontrar fácilmente corbatas de Marinella. Hace dos décadas había que peregrinar, como hice yo, a Nápoles o a la boutique del hotel Jorge V en París. Era curioso hacer cola y entrar en esa tienda vetusta donde las corbatas se vendían casi a granel, sin ninguna ceremonia. Hoy día se encuentran por internet fácilmente y muchos las conocen. Lo que conocen menos son otros maestros napolitanos de la corbata como Francesco Marino o Patrizio Capelli. Los primeros solían vender en una página web franco-italiana llamada Zampa di Gallina aunque igual ahora ya tienen un sitio web específico. Capelli, por su parte, solía tener una página de internet con un viejo diseño que añadía gracia a la compra. En el segundo caso hay que tener un gusto seguro y conocer el universo de la corbata porque se pueden elegir los anchos, los largos y el número de folds ("doblados"). Vamos, que uno se la hace casi a medida. Personalmente, recomiendo 5 folds, poca entretela y un ancho de 8 ó 9 cms que pasará difícilmente de moda. ¿Otra opción? Los ingleses Drake's que, creo recordar, colaboraron con la introducción de Marinella en el Reino Unido.

El universo del perfume o la colonia quizás sea el más fácil... Basta con ir a la tienda más cercana y hacerse con el agua de colonia de Thierry Mügler o con Déclaration de Cartier. La primera es una muy buena alternativa a las típicas colonias de diario. Un clásico de packaging algo dudoso, pero con “éxito garantizado” como diría cierta Ministra. Eso sí, como buena agua de colonia, no tiene mucha proyección y dura cinco minutos... En cuanto a Déclaration, por 60€ o 70€ te estarás llevando una colonia del nez oficial de Hermès, Jean-Claude Ellena, que ha creado algo muy parecido para Les Éditions du Parfum de Frédéric Malle llamado Eau bigarade concentrée, difícil de encontrar en España y al doble de precio. Otro clásico éste, que nos introduce despacio en el mundo del perfume adulto y nos aleja de olores fresquitos y clónicos diseñados por niñas salidas de una Escuela de Comercio que siempre han soñado con trabajar en el service marketing de un gran grupo de lujo o moda.

Ninguno de los sitios web o marcas que he nombrado me patrocina, que quede claro. Iría contra mis principios. Me limito a dar a conocer casas y cosas que merecen la pena. Pequeños secretos.


Mucha gente huye de las “fiestas” para pasar las vacaciones en viajes de esquí.

Aunque tentado estoy, no te voy a decir que son una ordinariez. Lo dejaremos en que me dan mucha pereza. Pienso que lo mejor del esquí es el hotel. Pero un hotel en condiciones. Si está en la región francesa de Saboya, o en Suiza, estupendo. Así me puedo dar a la grasienta trinidad de los platos europeos de montaña más internacionales (fondue, raclette y tartiflette). Aunque mi preferido es el primero. Sobre todo si es al vieux comté. El comté es a Francia lo que el manchego a España: un queso fácil de encontrar en cualquier tienda de alimentación. Sin embargo y como todo, cuando uno lo prueba artesanal y bien curado la cosa cambia bastante. Recordaré durante mucho tiempo el lago de Annecy, los desayunos en el Auberge du Père Bise y la fondue que me metí entre pecho y espalda en el col de la Forclaz. Llegar en coche ahí arriba para comer fue una aventura, pero el chalet-restaurante merece la pena y lo recomiendo a todo aquel que pare por allí. Por si no ha quedado claro, paso del esquí. Tú dame paisaje, algo de alcohol y comida de montaña. Todo esto, lejos de Gstaad y de Courchevel, por favor.






Saboya



¿Qué ocurre con Gstaad o Courchevel?

Que igual te cruzas con Ana Patricia Botín. No (o bueno, sí). En serio. Gstaad lo he conocido fuera de temporada, pero el problema de estos sitios, como el de Saint-Tropez y gran parte de la Costa Azul, Mónaco incluido, es que están extrañamente frecuentados. No sólo el turismo de masas acaba con el encanto de ciertos lugares. También el turismo con muchos posibles. O la mezcla de ambos. Ir al Casino de Mónaco a jugar, aunque sólo sean 40 euros, y ver hordas de chinos e italianos de trapillo no te acerca mucho al universo de David Niven o Gianni Agnelli... Sobre todo después de que te hayan metido el rejón de tu vida por un solomillo requemado en el puerto (y esa mañana 20 pavos por un bocata de jamón York –au beurre de baratte, Monsieur-).


Que sea imposible circular o llegar a Saint-Tropez en plena temporada y sentarte en Sennequier para tomarte un trozo de tropeziènne (para que nos entendamos: una especie de roscón relleno de crema) porque tienes que ir esquivando golfas eslavas y rusos panzudos te acerca poco a Brigitte Bardot y a 1969 année érotique. Las “rivieras” siguen existiendo, pero su esencia ha muerto. He conocido muy tarde, en los 2000, esas ciudades balneario y refugios del siglo pasado para playboys, actrices y jet-setters. Casi siempre me han decepcionado. Por eso entiendo a aquellos que eligen el aburrimiento y la insoportable endogamia de ciertas urbanizaciones de la Costa del Sol para pasar el verano, o las vacaciones del norte, o las del pueblo.








Os deseamos Feliz Navidad y próspero Año Nuevo. Gracias por habernos acompañado en ”El Arte de … Entrevistas Masculinas”


Esperamos que siga la fiesta en 2020.


Agradezco de corazón a Juan Pérez de Guzmán, José F. Peláez, Mario Crespo, Enrique García-Máiquez y Jesús Camacho Corredera que hayan sido tan generosos conmigo en este proyecto. He aprendido muchísimo de cada uno de ellos, de la sabiduría honda y auténtica que ofrecían en sus diferentes estilos. Las masculinidades no han sido otra cosa que educación, la ya mencionada generosidad, trato exquisito y un sentido del humor fascinante por nacer de la inteligencia.
Lo siento por quien elija perderse esto para darse a las performance tribales en taparrabos.

Esperanza Ruiz Adsuar.



Belén es toda la vida

Yo, más viejo cada año
y Tú, cada vez más Niño
Yo, cada vez más de barro;
Tú cada vez más divino...

Cuando termine el camino
y llegue, al fin, al Portal,
pondrás un soplo de espíritu
sobre mi carne mortal.

Enrique García-Máiquez




viernes, 29 de noviembre de 2019

El arte de la música

"Lo mejor que se puede hacer en los colegios es inculcar el amor por la música clásica de la manera más desordenada posible"


Primero pregunté y luego pensé. La pregunta, como siempre, fue: ¿te gustaría participar en las Entrevistas Masculinas de "El Arte de"?
La reflexión, cuando dijo "sí": ¿y qué hago yo ahora con este "chico" tan talentoso si mis conocimientos son muy básicos? ¿Le ocurrirá a los lectores como a mí y se perderán con la más mínima referencia o explicación?
La primera cuestión se ha solventado gracias a la inestimable ayuda de Esaúl R. Las preguntas inteligentes son obra suya. Le agradezco sus desvelos y su paciencia para que todo saliera bien.
La segunda la ha resuelto el propio entrevistado. Dejen los prejuicios a un lado y lean con atención cada respuesta porque Camacho no nos está hablando solo de música, nos está dando muchas claves para la vida en un tono divertido y culto.

Jesús Javier Camacho Corredera (Sevilla, 1983) se formó en el Conservatorio Superior de Música "Manuel Castillo" de Sevilla. Posteriormente completó sus estudios en París y ha impartido clase en los conservatorios superiores de Sevilla y Jaén.
Si leen algunas de las reseñas de sus conciertos el adjetivo que más se repite es "virtuoso".

Creo que la ocasión merece abrir una botella de Bollinger, el preferido por James Bond.
La música hoy, claro está, la pone él.



                    



Iba a empezar por el principio, por tu vocación y tu trayectoria hasta llegar -tan joven- donde estás, pero no me resisto a contarte que estuve hablando con un antiguo compañero de colegio que es profesor de violín en el conservatorio y cuando le comenté que te iba a entrevistar me dijo: Pregúntale si Bach o Beethoven y con eso ya le tienes entretenido toda la entrevista.
¿Y por qué no Mozart? Siempre lo he pensado: todos conocen a Mozart como el genio por excelencia, pero no sé qué ocurre en los conservatorios. Se le valora, nadie lo niega, pero los referentes son Bach y Beethoven. Y eso que su repertorio es absolutamente genial, extensísimo e imprescindible.

Supongo que es debido a que los herederos del romanticismo beben de Beethoven y los de la Segunda Escuela de Viena de Bach. También habrán ayudado Hans Von Bülow, Glenn Gould, Harnoncourt…  y una visión excesivamente evolucionista y analítica de la música. Aunque bajo esta visión hay también argumentos para defender a Mozart.
En fin. Esto es como el famoso Wagner sí o Wagner no. Yo me quedo con todos.


Ahora sí, háblanos de cómo nació tu afición, cómo decidiste seguir la carrera profesional y ya de paso, si quieres, cuáles son los pasos académico que sigue un músico. Todos conocemos, por ejemplo, cómo se forma un médico, pero no vuestro caso.

Vengo de una familia de músicos. Con seis o siete años mi madre me enseñó a interpretar parte de la famosa Toccata y Fuga en Re menor de Bach y vio que la aprendí muy rápido. También tocaba de oído alguna piececita fácil, incluso vuelto del revés, un juego que vi en la película Amadeus, así que me apuntaron al conservatorio para que estudiase piano.

El proceso fue el común: cuatro años de grado elemental, seis de medio, y los últimos cuatro de superior, cuyo título es equivalente a una carrera. Después fui a estudiar a Paris y me saqué las oposiciones de piano. He dado muchos conciertos y he estado trabajando en varios conservatorios profesionales y en los superiores de Jaén y Sevilla. También me saqué un par de másteres, e hice la carrera de composición y la de dirección.

Suelo introducir una pregunta sobre educación y en esta entrevista me interesa especialmente. Mucha gente de mi generación hicimos algunos cursos en el conservatorio. Imagino que a día de hoy, la manera de enseñar dista mucho de tener que estudiarte el denso librito de Zamacois de teoría y de no oler el piano hasta que llevas dos años de solfeo.
Hoy se empieza piano y lenguaje musical (solfeo) a la vez. La teoría es mucho más práctica. Por cierto, que aprovecho para hacer apología del solfeo. Si quieres aprender poesía, lo lógico es saber leer. No tiene ninguna lógica empeñarse en lo contrario y encima presumir. Lo mismo debe ocurrir con la música. Parece que la gente no tiene claro eso, y de aquellos polvos estos lodos en muchos alumnos con una base deficiente.


Casi a título personal, porque tengo una sobrina que lleva dos años asistiendo a clases -tiene 6- ¿el único criterio para insistir en que un niño aprenda un instrumento es “que le guste”? ¿Se sabe pronto si alguien tiene aptitudes y, en cualquier caso, cuánto pesa eso? Lo digo porque yo me arrepiento todos los días de haberlo dejado y hubiera preferido que me obligaran. Aunque en la adolescencia retomé y lo volví a dejar dos cursos después, así que se me acaban los responsables externos …

El niño debe estudiar porque es su obligación. Los padres decidirán qué formación ha de tener, y ya de mayores que hagan lo que quieran. Si eliminamos en ellos el sentido de la obligación, difícilmente aprenderán música.

Lógicamente un buen profesor reconoce de inmediato si el alumno tiene aptitudes, pero si no las tiene, se cultivan. Nadie renuncia a que su hijo sepa matemáticas porque le sea difícil. ¿Y para qué sirve la música si el niño no se va a dedicar profesionalmente a ello? Pues supongo que para lo mismo que a un ingeniero conocer a Lorca. El ser humano transciende su faceta profesional y hay cosas que son importantes aunque no ayuden a construir un puente. Intuyo que has leído El despertar de la señorita Prim. Aprovecha y regálaselo a los padres de tu sobrina (risas).

Aprovecha para hacer proselitismo…la cultura musical en España fatal, ¿no? Y supongo que la raíz del problema está en la poca atención que se le presta en el colegio. No sé si se sigue tocando “Susanita tiene un ratón” con la flauta de plástico amarilla…
Quizás sea algo cultural. Estuve viviendo en París y me contaron que no había grandes planes de estudio musicales en los colegios. Eso sí, los niños que se apuntaban a coros sabían leer partituras a cuatro voces.  Cuento dos anécdotas: allí fui a comprar en un Fnac un CD del Op. 25 de Schoenberg. Rara avis para el común de los mortales. Le pregunté al encargado y me dijo de memoria que tenían la versión de Pollini y la de Glenn Gould, pero que él prefería la de Pollini. En España me hubieran dicho que buscase por la S. Otra anécdota: le conté a un amigo que yo iba a ver la ópera El amor de las Tres Naranjas de Prokofiev. Pues no era músico y me la empezó a tararear.

Lo mejor que se puede hacer en los colegios es inculcar el amor por la música clásica de la manera más desordenada posible (risas). Es mucho más útil que lo de Susanita o que llevarse un mes hablando de instrumentos idiófonos y membranófonos.

El otro día, cuando ya habíamos acordado la entrevista, se emitió un programa de entretenimiento en el que juegan con preguntas de cultura general. Anoté exactamente lo que ocurrió porque no quería dejar de preguntarte por ello.
La cuestión era: ¿Cuál de los siguientes personajes dirigió la Ópera de Viena?
Y las opciones:
-Mahler  -Liszt -Schubert -Brahms -Debussy.

Bien, a mí no me parece mal (del todo) no saber la respuesta. Lo que me pareció escandaloso fueron los comentarios de los concursantes: “En su casa los conocerán” “Quita el amarillo que es el color corporativo de Correos y me da rabia” “Yo quitaría al Debasy”.
Esto no es un problema de inculcar el amor por la música clásica como dices…

Inculcar el amor por la música clásica no es evitar enseñar mientras se pone un CD de fondo y se dicen cosas como que la música ayuda a la paz o que es muy bonita porque relaja. Aún recuerdo que eso me lo dijo una señora después de oír a Kun-Woo Paík tocando el tercer concierto para piano de Prokofiev, cuando lo lógico es salir del teatro con taquicardia. Esos son los que se tatúan claves de sol y pronuncian Debasy. Enseñar el amor por la música es hablarles en profundidad de Brahms, de Schubert o de Liszt, y que los escuchen, los reconozcan, que comparen directores, opinen sobre las versiones…  Y por supuesto que escuchen en casa.

La enseñanza en el colegio es demasiado esquemática y peca de abarcar mucho y apretar poco. Quien pierde tiempo con lo prescindible se lo roba a lo imprescindible. Al final los estudiantes no saben nada. Por eso ironizaba con lo de enseñar de la manera más desordenada posible.

El piano es el instrumento rey de todo el repertorio clásico, ¿podrías decirnos qué compositores te han influido más o aquellos con los que tienes mayor afinidad y por qué?
Con lo de “instrumento rey” me vas a meter en un lío. A Itzhak Perlman eso le molesta muchísimo (risas). Desde muy pequeño me han gustado los compositores rusos del XX y cierta música contemporánea. Recuerdo que en mi primera comunión me regalaron la película Fantasía y escuchaba la Consagración de la Primavera una y otra vez. También tocaba piezas del compositor italiano Alfredo Casella y me encantaban. Eran muy distintas a las obras a las que estaba acostumbrado. Además tenían tanta energía… De la mano de ellos entras en Ligeti, y a partir de ahí suma y sigue.  


¿Qué nos puedes decir de los intérpretes actualmente en activo y del estilo interpretativo? ¿A cuáles destacarías? ¿Hay algún intérprete que te haya influido o marcado especialmente? ¿Ha habido algún intérprete del siglo XX que haya cambiado el rumbo de la historia de la interpretación?

Yo destacaría ahora a Giorgi Sokolov. Una personalidad única, y eso que todas las personalidades son únicas (risas). Con solo escucharlo sabes que es él, y eso es muy difícil. Podría citar a más, claro está, pero me daré el placer de limitarme a él.

En el siglo XX ha habido grandes pianistas, pero no me atrevo a señalar a nadie como ese Mesías. Quizás, en el preludio del siglo, Anton Rubinstein (no confundir con Arthur) pero creo que hubiésemos llegado al mismo punto sin él. Otra cosa es meternos en campos distintos al piano. Con Celibidache hubo un antes y un después en el arte de la dirección de orquesta, o con Rostropovich en el violonchelo. También podemos hablar de las interpretaciones historicistas y de Harnoncourt. Esto viene de atrás, no nos olvidemos de Fétis, pero aun así considero que su influencia ha sido muy grande.

¿Se puede hablar actualmente de varias escuelas interpretativas? En tal caso ¿cuáles serían estas, se pueden resumir brevemente para un aficionado?
No creo mucho en las escuelas interpretativas. Sokolov se molesta mucho cuando aluden a la escuela rusa. Yo prefiero hablar de árboles genealógicos de pianistas, como los suelen llamar. Backhaus decía algo así como “Czerny enseñó a Liszt, Liszt enseñó a Eugene d’Albert y Eugene d’Albert me enseñó a mí.” Frase para enmarcar. Yo también tengo los “genes” de Czerny, Liszt, Beethoven y Clementi (risas).

En todo caso, al final lo que cuenta es la interpretación personal. Si quieres te puedo hablar de la escuela rusa, húngara, francesa o italiana, pero no creo que responda mucho a la realidad.

El repertorio para piano es casi inabarcable, desde las obras para teclado de Froberger o Couperin hasta compositores vivos como Arvo Pärt, ¿cómo eliges o decides qué nuevas piezas incluir en tu repertorio? Creo que te gusta especialmente Mozart, Chopin (Por cierto; Chopin o Liszt?) y Prokofiev.

Te voy a decepcionar, pero mi proceso de selección es muy simple (risas). Lo que conozco y me gusta, lo toco. Sí intento que haya cierta coherencia y atractivo al seleccionar el repertorio de un concierto. También que no sea demasiado típico. No sé cuántas veces he oído el Carnaval de Schumann como segunda parte de un concierto.

Lo de Chopin o Liszt es como lo de Beethoven y Bach, pero aquí me mojaré: prefiero a Chopin. Tiene una elegancia y una profundidad inigualable. Además hizo sonar el piano con una sonoridad belcantística única, aunque le antecediesen Field y algunos románticos. Perdón por simplificar, pero Liszt es Chopin con fuegos artificiales. Un genio, me encanta su música, pero a veces es demasiado efectista o divaga mucho. Estas cosas solo las puede decir Brahms, lo sé, pero en fin (risas). En todo caso, explotó los límites de la armonía y abrió paso al impresionismo. Intelectuales como Brendel, Casella o Messiaen lo veneran.

Los meros aficionados que no sabemos de interpretación nos preguntamos en ocasiones hasta dónde llega la libertad del intérprete al abordar una obra, ¿cómo abordas una nueva pieza, desde un criterio racional y práctico o también entra en juego lo simbólico, el significado de la pieza?

La música tiene sus propias reglas. Hay cosas que funcionan y otras que no. Si una obra está bien escrita, lo racional y lo simbólico suelen llevar a un mismo sitio, aunque haya cintura. Leer, escuchar, analizar, y pararse a pensar siempre ayuda.

Antes creía que una obra solo podría ser interpretada de una manera, pero los grandes pianistas demostraban que no era así. Al final el arte performativo es un equilibrio entre la sorpresa y lo esperable. Si sabes jugar con esto puedes interpretar con originalidad. Te recomiendo ver en Youtube el Concierto para clave nº 1 de Bach tocado por Gould y dirigido por Bernstein. La tensión que crea casi al final del primer movimiento con un diminuendo extensísimo es genial. Lo ves una y otra vez y no te cansas. Muy pocos lo hacen así.

Ahora que mencionas a Gould, un lector (@lalbert75) quiere saber tu opinión : ¿genio o chiflado? No son excluyentes, pero ¿qué crees que prima en Glenn Gould?
Genio sin lugar a dudas, y además todos los grandes lo reconocen como tal. Por supuesto su personalidad ayuda a crear el mito. Te recomiendo su libro Escritos Críticos, de la editorial Turner, y sobre todo la parte "Glenn Gould entrevista a Glenn Gould sobre Glenn Gould" (risas). Aparte de su música, en vídeo tienes muchísimo material para conocerle o incluso divertirte. Teclea "Gould Monsaingeon", "so you want to write a fuge", "Glenn Gould animals"... supongo que tras esto vas a querer conocerle mejor. Y luego, ya en serio, escucha cualquier cosa suya. Imprescindibles las Variaciones Goldberg. Hay tres versiones: la de 1955, la de 1981 y la del festival de Salzburgo, pero yo prefiero la del 81.


Hay una tendencia reciente hacia las interpretaciones históricamente informadas (HIP) o historicistas ¿Han aportado algo realmente reseñable tanto al intérprete como al oyente o crees que hay mucho de pose y moda? ¿qué piensas de la interpretación historicista del repertorio del 1700 hasta la muerte de Beethoven? Todos los que os enfrentáis al repertorio de esa época con los instrumentos y criterios actuales tenéis ese dilema…

Yo no tengo el dilema. Hago simplemente lo que me gusta (risas). Tiene bastante sentido interpretar algo del modo en que fue pensado originalmente, pero la pregunta es: ¿no vale la pena tocar esa música de otra forma si el resultado es bueno? Para mi sí, aunque es cierto que saber cómo se interpretaba en su época ayuda a comprenderla.

Aún así, hay que evitar caer en el esnobismo. Tenemos grabados algunos conciertos de piano de Rachmaninov, Prokofiev o Shostakovich tocados por los propios compositores y nadie los interpreta como ellos. ¿Nadie señala la contradicción? ¿Por qué pasa esto? Simplemente hoy día se interpreta de otra forma. Seguro que si tuviésemos grabaciones de Bach tampoco lo haríamos igual.

La música del siglo XX es la gran desconocida, para mucha gente, incluso a aficionados a la música clásica más conocida de los siglos XVIII y XIX le cuesta mucho familiarizarse con ella, ¿Por qué crees que resulta tan difícil e impopular? ¿Cómo hay que acercarse a ella, es necesaria una actitud determinada, diferente a las de la música clásica más popular? ¿Podrías recomendar unas obras más básicas (y fáciles) para alguien que se quiera acercar al repertorio más contemporáneo y actual?
Si la vanguardia proclama con orgullo la muerte del arte, es previsible que el público se queje porque se hayan cargado el arte. ¿Qué esperaban?

Esto lo digo yo, que me gusta este estilo, que he compuesto, tocado y escuchado mucho, y que puedo contar con orgullo que Pierre Boulez me ha corregido algunas partituras. Pero entiendo los problemas.
La música es la combinación y ordenación de los sonidos. Es su lógica, que descubrimos consciente o inconscientemente, la que nos hace disfrutar. Pues esto es precisamente lo que en buena parte elimina la vanguardia. Difícil encontrar melodías o patrones rítimicos reconocibles. Eso sí, se salva porque los compositores buscan la coherencia en otros elementos… o no, como diría Rajoy (risas). Ahí está el azar y la indeterminación.

¿Qué recomiendo para iniciarse? Ver películas de Stanley Kubrick (risas). Ahí tenéis a Ligeti, Penderecki o Bartók con imagen en movimiento. Os sorprenderá encontrarle sentido a esta música. Ah, y también es bueno empezar por los neoclásicos.
Hay que ir con buena predisposición. Hace años vi una entrevista en la que Ligeti contó cómo se emocionaba con Kurtág. Lo dijo con sinceridad, prueba de que merece la pena, al menos para quien quiera. Al final todo consiste en saber que Xenakis no es Schubert. A la gente le gusta oír el crepitar del fuego y lo hace sin la frustración de querer encontrar una melodía. Hemos de asumir que estamos ante algo distinto.


¿Estás de acuerdo con el uso del término ‘música culta’? El director de orquesta Íñigo Pirfano se refiere a ella como “la gran música”. ¿Música clásica no es correcto? Acláranos un poco esto de la terminología.

Sobre lo confuso del término hablaba mucho Bernstein. Lo malo de la reflexión es que enseguida uno pasa a preguntarse qué es esta música ¿Es solo la sinfónica? ¿Y para piano solo? ¿Y el pop al piano? ¿Philip Glass es clásico? ¿Qué es lo culto? ¿La primera de las 24 Piezas para Niños de Kabalevsky lo es?
El clasicismo constituye solo una pequeña parte de la historia de la música, pero el término “música clásica” ha calado. La magia de la metonimia. Todo el mundo lo usa, y aunque sea inexacto, me gusta porque señala un referente. Tomamos a Stockhausen como homólogo a Mozart, pero John Lennon, por mucho talento que tenga, ya es aceptar barco como animal de compañía (risas).


Me parece haber leído que Stockhausen tenía un genio terrible; Karajan crispó a toda una Filarmónica de Berlín. ¿El ego de los músicos es particularmente difícil?

Hoy día los directores son mucho más educados. Antes se cometían excesos que ahora serían impensables. Toscanini, en un ensayo, les gritó a los músicos algo así como que ojalá se reencarnase en portero de burdel para prohibirles la entrada. Otto Klemperer también debía ser odioso, o George Szell… Pero también los había entrañables como Sir Thomas Beecham. Hoy, como mucho, te encuentras con ególatras tipo Barenboim, quien se esfuerza en aparentar lo contrario en público. Pierre Boulez, al que Alex Ross da muy mala fama, siempre tuvo un trato correctísimo conmigo. Quizás se ha malinterpretado la expresión “enfant terrible” y se han sobredimensionado algunos comentarios suyos.


¿Qué música actual escuchas? ¿Qué otros campos de interés tienes? Eres aficionado a la literatura y a la actualidad política…
Me limito a la música clásica. Conozco la música pop actual, claro está, pero también sé quién es Messi y no veo fútbol. No rechazo el pop: simplemente le doy su lugar.

También me gusta la literatura, la actualidad política, la historia, la pintura, el cine o la teología. En todo caso, solo atiendo a lo que quiero. No me leo cualquier libro o veo cualquier película. Me desespera perder el tiempo en algo que no me interesa.


Has citado un par de veces a lo largo de la entrevista a Nikolaus Harnoncourt, un director muy controvertido y uno de los padres del movimiento historicista, ¿puedes extenderte un poco en tu opinión de él? ¿ha sido tan trascendente para la dirección orquestal como algunos sostienen? ¿Qué grabación o grabaciones recomendarías para los que estén interesados en acercarse a su estilo
Yo creo que ha sido más trascendente como adalid del movimiento historicista que como director. En ese sentido, claro que ha marcado. Marcar para mí no significa que todos los directores usen instrumentos de época, sino que se van a acabar ciertos excesos completamente alejados de la concepción original de la obra. Como en política, se mueve la ventana Overton.

Recomiendo sobre todo Bach y Monteverdi. También hay muchas grabaciones en las que puedes ver a Harnoncourt hablando de música. Muy interesante


Vamos con la pregunta de las bodas. Mi cruzada es desterrar el canon de Pachelbel de la ceremonia, pero me parece mal no dar alternativas. En la boda de mi hermana me dejaron encargada de seleccionar la música y yo tuve la suerte de poder endosarle el marrón a Pirfano. Esta fue su recomendación: Mozart, Mozart y Mozart. El aria “Exsultate, Jubilate” KV 165, el “ Laudate Dominum” de las Vesperae solennes de Confessore KV 339 para el ofertorio, una soprano que se atreva con el “Et incarnatus est” de la Gran Misa en Do menor KV427… como consigna general que nunca falla, nada de Pachelbel, Albinoni o Enio Morricone.
Nihil Obstat?

Gran recomendación. Mozart es grandioso, solemne, litúrgico, perfecto para el canto… Lo primero es saber qué formación instrumental o vocal prefieres, y a partir de ahí seleccionas el repertorio. Si es cantado y escoges buenas voces, mejor que mejor. Y si hay órgano, que parece que últimamente está desterrado, también. Tantísimas iglesias españolas con joyas de órganos, y todos los músicos llevándose su piano electrónico… Hay que recuperar el motu proprio Tra le Sollecitudini de Pío X contra los instrumentos fragorosos (risas).

Mi consejo es que en las bodas te alíes con el señor Pachebel y el señor Albinioni contra John Lennon, Yiruma o Il Divo (risas).

Lo mismo pasa en el conservatorio. Lo siento por Beethoven, pero ya aborrezco Para Elisa. Punto para Bach. Eso sí, sé que es mi aliado contra Doraemon o Piratas del Caribe en los conservatorios elementales. Así está la cosa (risas).


Bueno, yo he contado alguna vez que para desmaquillarme por las noches y lavarme los dientes etc, me pongo el cuarto movimiento de la quinta de Beethoven. Porque a mí me sugiere épica, y me gusta acabar así el día, habiendo cumplido con una gran misión. Dame una alternativa para ir variando.

Me sale recomendarte el segundo movimiento de la sétima de Beethoven, aunque no tenga nada que ver (risas). Tienes que oírlo. Si quieres algo épico y además conocido, prueba con la Obertura 1812, el cuarto movimiento de la novena de Dvorak... o si no es antes de dormir, el tercer movimiento de la octava de Shostakovich, el primer movimiento de la sétima, el primer movimiento de la quinta de Mahler… Hay tantas.

Ah, y algo que me encanta: Ivan el Terrible de Prokofiev, la versión tipo cantata. El narrador declama en ruso cómo nació el zar, y tras el grito de "¡Zar Ivan Vasílievich el Terrible!" comienza la música... Hay muchas versiones y grabaciones, así que te tienes que asegurar que aparezca esa introducción. Genial.


Y ahora, te voy a pedir que te mojes un poco más. Dos fenómenos mediáticos, cada uno en su estilo: James Rhodes y Jaime Altozano.

Muy a favor de Altozano, y muy en contra de Rhodes.
Altozano es un muchacho que sabe de música y se nota. La explica muy bien y sin tecnicismos, y eso lo puede hacer porque la entiende. Acerca la música a todos. Se agradece gente así.

Rhodes es un pianista de tantos que prefiere ser conocido por su activismo, ya que por su música sería complicado. La salida del mediocre. Una estafa. Es como creer que la comida rápida puede ser alta cocina si denuncia el cambio climático. Seguro que los que van a sus conciertos dicen constantemente “plausible” y lo confunden con “posible” (risas).


Mil gracias, Jesús. Por tu tiempo, tu sabiduría y tu sentido del humor.  Una vez me dijiste que cada vez más adultos retomaban los estudios de piano. Te libras de mí porque estamos lejos :) 


jueves, 31 de octubre de 2019

El arte de la poesía

"Con los versos de uno, si hay suerte, liga otro"


Me imponía entrevistar a Enrique, la verdad. Tan solo había intercambiado un par de mensajes con él antes de proponerle participar en estas conversaciones y para mí es un autor de referencia.

-Serán un par de mails- le prometí esperando que no se lo pensara dos veces.
-Pelotearemos con correos hasta que quede muy bien- me contestó.



Enrique García-Máiquez (Murcia, 1969) es el tipo de persona del que no te explicas cómo lo hace. Su producción es inabarcable, pareciera que las horas tienen más minutos para él y podríamos suponer que todo es el resultado de una actividad frenética. Y sin embargo, te trata como si no tuviera nada más que hacer en todo el día.

sábado, 5 de octubre de 2019

El arte de la diplomacia





"Quizá soy diplomático por un exceso de novelas de aventuras en la infancia"





No hace tanto que conozco a Mario Crespo (León, 1987) y no sé cómo pero siempre me hace sentir como si fuéramos amigos de toda la vida.

Acaba de dejar su primer destino como cónsul de España en la embajada de Bolivia para ocupar el cargo en Caracas. Es un honor poder acceder tanto a la persona como al diplomático y espero les resulten tan interesantes sus respuestas como a mí.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

El arte del dandismo

CONVERSACIONES A CALZÓN QUITADO: DE LA ELEGANCIA, EL DANDISMO Y MÁS



La idea de esta serie de entrevistas surge tras constatar -en redes sociales y en la calle- que se impone revisitar la buenas formas chez les hommes, en un sentido amplio.

Una vez escribí que “se empieza vistiendo como un futbolista en su día libre y se acaba con el alma vacía”- como refrendo al estamento filosófico de que la estética tiene siempre una repercusión ética-. Por ello, la primera de la serie la dedicaremos al armario masculino.